La agilidad para cambiar de dirección en los negocios actuales, además de anticiparse a la evolución del mercado y los clientes, requiere herramientas predictivas como la planeación estratégica, la gestión de proyectos, la eficiencia operacional, el análisis de datos y riesgos, así como el pensamiento crítico. Al combinar estas herramientas en las proporciones adecuadas con habilidades blandas, como la comunicación efectiva, el trabajo en equipo, la empatía, la resolución de conflictos, la creatividad, la adaptabilidad, la capacidad de liderazgo, la gestión del tiempo, la toma de decisiones, la inteligencia emocional y la habilidad para trabajar bajo presión, se desarrollan capacidades efectivas que permiten sobresalir como líderes exitosos en proceso de negociación. En un mundo cada vez más interconectado y dinámico, el arte y el proceso de negociación son de hecho actividades altamente demandantes en términos de interacción humana. Por ello, el desarrollo de habilidades blandas ha emergido como pilar fundamental tanto en el ámbito personal como en el profesional, asumiendo también que tanto los líderes como los negociadores no nacen, sino que se hacen y asumen su rol. La capacidad de comunicarse efectivamente, gestionar emociones con autocontrol, generar confianza, inspirar con el ejemplo y resolver conflictos de manera constructiva, asumiendo la responsabilidad de las decisiones, se erigen como una habilidad distintiva que marcan la diferencia entre el éxito y el estancamiento en los diversos escenarios en los que nos desenvolvemos.